miércoles, 21 de diciembre de 2011

Querido amor que no prosperó (un break up ficticio)

¿Por qué me atrevo a escribirte ahora?, pasó tanto tiempo desde que nos vimos por última vez. ¿Cuándo fue?, creo recordar cada detalle de esa ocasión; tu llanto, mis reclamos, la certeza de ambos de que todo se estaba terminando ahí, en ese preciso momento, en ese McDonald's de mierda, con olor a hamburguesas y papas fritas y desodorante para piso.
Hacía frío, no tenía puesto más que una camisa de franela cuadrillé color verde. Vos tenías puesto el suéter que te había regalado para tu cumpleaños, que había sido en junio. Dijimos todo lo que teníamos que decirnos y salimos de ahí. La despedida fue más que torpe. Tratamos de poner la mejor cara dada la circunstancia pero fue más que inútil. Después de ese adiós no te iba a volver a ver nunca más. Nuestro romance había durado 11 meses, 15 días y...no sé cuantas horas. Ni siquiera habíamos llegado al año de relación y yo estaba destrozado. Te miré mientras cruzabas la calle para meterte en la estación del subte. Yo me estaba cagando de frío con mi camisita verde y la sensación de soledad y desolación que me invadieron en ese momento hicieron que sintiera que estaba en la Artártida. Me quedé ahí, mirándo fijo la entrada del subte largo rato, llorando como un boludo mientras la gente pasaba rápido, tratando de resguardarse de la tormenta que se avecinaba.
Cuando llegué a casa, el silencio que había en las habitaciones me pareció ensordecedor.
Me tiré en mi cama. Llorando me la pasé ese puto fin de semana. Miraba constantemente mi celular, por si de casualidad había algún mensaje de tuyo-cuando en realidad había una parte de mí que no quería verte más-y sólo me levantaba de vez en cuando para tomar algo de agua porque estaba totalmente deshidratado de tanto llorar.
¿Qué había pasado? ¿Por qué ya no estabas al lado mío, en mi cama, mirando Los Simpsons, cagándote de risa conmigo? ¿Por qué, de repente, no tenía a quien cocinarle, a quien tocarle las orejas cuando estaban frías, a quién esconderle los puchos porque detestaba el olor del cigarrillo...?
Repasé en qué había fallado yo, en qué habías fallado vos, en que habíamos fallado los dos. Mi soberbia, tus caprichos, mi trastorno de ansiedad, tu costumbre de no decir las cosas importantes cuando había que decirlas. Todas esas cosas que derivaron en peleas cada vez más fuertes, donde mi voz y mis gritos se anteponían ante mi raciocinio y en las cuales vos te ibas porque no podías soportar la situación y donde yo me quedaba pateando algún mueble que se interponía en mi camino.
¿Eso era amor? ¿Eso era el cariño que nos teníamos? ¿Eso era lo que los dos queríamos para nosotros? No sé parecía a todo lo que nos habían enseñado sobre el amor, sobre una relación, sobre el querer a otra persona. Maldije esa puta palabra: AMOR. ¿¡ Amor!?, no era más que una mierda que nos vendían como caramelos para tenernos regulados y estupidizados y no pensar en las cosas que de verdad importaban. Maldije a todas las parejas del mundo que eran felices y que se daban besos en la calle y se sentaban juntas en el bondi mientras yo escuchaba un playlist de canciones oscuras y sombrías en mi mp3. Odié todo lo relacionado con el amor, con el romance, con la biopolítica de la familia feliz. El romance no existía, el amor se había muerto en mi corazón; el amor era una mentira, una puta mentira, la peor mentira de todas las que me habían contado...y yo me la había creído, me la había morfado entera!!!
Me cerré a conocer a cualquier persona. No cogía con nadie. Cuando estaba caliente me pajeaba furiosamente viendo alguna película porno de la más hardcore, recordando como sufrías, como gozabas cuando yo te hacía algo así; lloraba como un estúpido, sentado frente a la compu con los pantalones bajos y la wasca en mi mano.
Fueron meses fríos de invierno, pero poco a poco las cosas fueron pasando. El calor empezó a sentirse en la ciudad nuevamente. Curiosamente quise empezar a salir. Empecé a conocer gente, aunque no todos eran potenciales candidatos. Hablé con gente muy interesante, y con giles de cuarta, pero al menos empecé a coger. Comencé a trabajar en algo que por fin me gustaba de verdad. Incluso aumenté unos kilos que no me quedaron nada mal.
No falto oportunidad en la que escuchaba algo por ahí y que me hacía acordar a vos, o pasaba por alguno de esos cientos de lugares de Buenos Aires por donde habíamos estado y lloraba como un pelotudo, ahí, en el medio de la calle.
Con el pasar de los meses conocí a un chico, con quien estuve algún tiempo y supe que no estaba listo para volver a estar con alguien, pero esta vez el break up no fue doloroso; quizás porque en realidad no me había involucrado en lo absoluto con el asunto.
En este tiempo aprendí a disfrutar más de mi soledad, de mis amigos, de las cosas que me gustaban pero que por cierta razón nunca tenía la oportunidad o las ganas para hacerlas. Tengo idas y venidas, pero estoy mucho más consciente ahora de lo que me pasa de lo que estaba en esa época.
Creo que ahora sé por qué me atrevo a escribirte después de tanto tiempo. Aunque este mensaje jamás sea enviado y vos en realidad nunca lo leas, quería decirte que, a pesar de todo lo mal que lo pasé después de que lo nuestro terminara, me di cuenta de que me habías enseñado un montón de cosas buenas, cosas que en su momento pasé por alto-quizás por mi tendencia a creer que lo sé todo (?)-y que a la distancia me sirvieron de mucho. Y, además, tengo en mi cabeza un montón de buenos recuerdos juntos; tantas risas, tantas noches de alcohol, tantas lugares que descubrimos juntos, tantas charlas interminables...
Creo que nunca podría ser tu amigo, jamás. Tampoco podría volver a coger con vos, no me interesa para nada. Pero sé que, si nos llegamos a cruzar algun día de estos por alguno de esos lugares que frecuentábamos, sabré que vos también estuviste acordándote de mí. Y me encantaría saludarte y darte un abrazo muy fuerte-muy fuerte- y preguntarte qué estuviste haciendo en todo este tiempo.
Espero que vos también quieras darme un gran abrazo, por los recuerdos que tenemos en común y las veces que nos hicimos reír y las noches que pasamos juntos. Y, si no es por eso, al menos, por tratar de ser amable con alguien que todavía se acuerda de vos.

No hay comentarios: