domingo, 20 de noviembre de 2011

El dolor de ser rechazado (¿quién no lo tuvo?), el miedo a quedarse solo, sin que nadie jamás te diga TE QUIERO, sin que nadie jamás te diga TE AMO. El deseo sexual,que siempre está. El deseo de cariño, que es más difícil de satisfacer. El sentirse valorado-¿por quién?. La vanidad herida, cuando nadie te mira, cuando te busca, cuando nadie te desea.

Querer llenar un vacío. Sentir que estar con alguien es completarse, haber encontrado la "media naranja", nuestra "otra mitad". Risas, caricias, momentos de felicidad, caminar de la mano por la calle y que todos nos vean felices, hacer una gala casi obscena de nuestras demostraciones de cariño, frases de amor prestada de alguna canción que tanto amamos y escuchamos cuando estabamos solo, esperando porque el amor de nuestras vidas llegase. Peleas,discusiones, sentir que nos molestan las actitudes de ese otro que tanto anhelamos y que ahora solo queremos que se aleje de nosotros. Reclamos, acusaciones, gritos, insultos. O simplemente, lo que es peor, frialdad, desinterés, apatía.


Y él, ya no recuerdo su nombre, me contaba su historia. Es una de tantas que me han contado y yo lo miraba detenidamente, mientras pensaba que me encantaba su sonrisa y sus ojos y su barba, que lo hacía mucho más irresistible. Siguió con su historia, de cuando estaba triste y sentía que nadie lo quería en verdad.


“Me dijeron que salieron conmigo sólo porque era lindo…”



Y de verdad lo era. Entonces, en ese momento , yo pensé en que quizás ellos habían tenido razón. No era el muchacho más despierto que había conocido. Y me contó, que cuando se había enfermado de rubeóla, se sintió mucho peor, porque creyó que lo único por lo que lo habían querido ahora había desaparecido. Me parecía algo muy pobre, muy estúpido para que alguien lo dijera. Y yo me imaginab
a su cara llena de lesiones, los granos, la enfermedad que se había apoderado de todo su cuerpo, haciéndolo de ella, poseyéndolo por completo y desfigurando su preciosa cara. Y en ese momento, YO quería estar en su cama, apoderándome de su cuerpo, poseerlo por completo, chuparlo, lamerlo todo, comiéndome esa cara preciosa, queriendo entrar en él, de a poco y romperlo, descubriendo cada rincón, buscando si la rubeóla habia dejado algún rastro y que él también me rompiera a mi, brutalmente. Pero al final, nada de eso sucedió. Ninguno rompió al otro, ninguno descubrió nada del otro. Sí, tenían razón, era solo un chico lindo, con muy pocas cosas interesantes para decir y con muy pocas cosas para mostrar.
Y en ese momento pensé: cuánta palabrería barata, tanto halago de cuarta, tanta histeria para tratar de que alguien me lleve a la cama. Podría ser más fácil, yo podría hacerlo más fácil. Pero es la historia de mi vida, querer llenar un vacío con estos personajes con los que sé que nada va a suceder.
Y quizás sea mejor así, hay muchas otras cosas de las que tengo que ocuparme, cosas más urgentes, más necesarias. Ultimamente estuve aprendiendo un poco mejor mi lección.


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