viernes, 18 de noviembre de 2011

Delirio

Cuando tuve fiebre te vi parado en la puerta de mi habitación. Me agarré una puta gripe, nada grave. Mi hermano habia estado cuidandome todo ese día. Cuando salió a comprar algunas cosas me quedé solo por un momento.No habia estado delirando ni nada ateriormente por eso me sorprendi cuando te ví, no entendía por qué estabas ahí.Dije tu nombre y me sonreiste. Estabas parado,recostado sobre el umbral de la puerta. Tenias puesta la remera que yo te habia regalado, la de color celeste que tenia pintado ese personaje tan raro con cabeza de oso y cuerpo de niño. Sentia mucho frio y mucha sed, estaba volando de fiebre, tenia la boca reseca , entonces te pedi que por favor me trajeras un vaso de agua pero no me respondiste, no dijiste una sola palabra. Solo permaneciste ahí ,inmovil, con la misma pose y con la misma sonrisa, mirándome.

Te puteé, te re puteé. “ ¡Hijo de puta! ¡Hijo de re mil puta!, ¿para qué mierdas viniste?.¿Te estás riendo de mí? ¡Forro! ¿No estabas con el otro pelotudo?¿ ese que tenés ahora?, ¡la concha bien de tu madre! ¡Andateee!”. Te segui gritando pero sin obtener ninguna respuesta. Balbuceé un par cosas más, inaudibles e inentendibles.Entrecerraba los ojos, entre el cansancio y el delirio, y seguía distinguiendote en la puerta, parado e inmóvil, sonriéndome, con la remera que yo te habia regalado.

Habían pasado dos semanas desde que te habías ido de viaje. Yo me había enterado por Lautaro la semana anterior. Me dijo que te había visto y que le habías contado sobre el viaje. “Es lo que siempre quiso”, respondí, “espero que sea feliz”.

“Se va con él”, me dijo Lautaro, “Cuatro meses, recorriendo varios países y varías ciudades”.

Sonreí y lo miré. Creo que él esperaba alguna otra respuesta de mi parte. “Qué suerte” dije y no volvimos a hablar de vos. Había pasado un año ya desde que…bueno, ya sabés.

Cuando por fin pasó la fiebre me quedé pensando en muchas cosas. ¿Por qué mierdas te me apareciste de repente, como una alucinación producto de la fiebre, con esa sonrisa en tu cara, mirándome como lo hacías cuando yo estaba en mi escritorio, fumándome un pucho y haciendo mil anotaciones inútiles?. De pronto pensé que algo podría haberte pasado durante el viaje. Que, de repente, el avión había tenido un accidente y se había estrellado en unas montañas o justo antes de aterrizar había sufrido un desperfecto y había explotado y te habías muerto, como en las peliculas y que tu espiritu entonces quiso venir a despedirse de mí.

Después pensé que si algo hubiese sucedido me habría enterado de alguna forma. Habría salido en las noticias algo sobre un avion estrellándose o explotando muy cerca de su destino final y que no habia sobrevivientes. Pero lo descarté, era demasiado tragico, demasiado comun.

Y aún si hubieses muerto, en algún otro lugar, dudo mucho que tu espíritu (si es que tenemos uno), se me hubiese querido aparecer justo a mi. Solo un delirio producto de la fiebre, eso había sido y nada más.

Como a las tres semanas recibí un mail tuyo, en donde me saludabas por mi cumpleaños. Me contabas como estabas y como la estabas pasando. Me pedías disculpas por no haber escrito antes y que igual te imaginabas que yo me habia enterado del viaje, porque Lautaro no sabe guardar ningún secreto. Me decías que al final te quedabas un mes más en casa de unos amigos en Berlin. Se leía en el mail lo feliz que estabas y me decías que no podías creer que por fin podía hacer eso que tanto querías desde hacía tanto tiempo. Al final terminabas diciendo: “Un beso y un abrazo gigante, te quiero mucho, P.”

Pensé en responderte al toque. Se me ocurrió incluso incluir la historia de tu pequeña aparición fantasmal mientras estaba en cama volando de fiebre y preguntarte si todavía tenías aquella remera. Pero no hice ni una cosa ni otra.

Ese mismo día encontré en uno de mis cuadernos una pequeña nota tuya de los días en los que empezábamos a salir. En realidad era un billete de cinco pesos donde habías escrito. Ya estaba muy gastado y con la tinta ya toda corrida. “Can’t buy your love with money so I will try with this”, rezaba la inscripcion por un lado y después: "Me gustás mucho,¿por qué no me pedís ser tu novio?”. Lo miré por un rato, sin saber que hacer por un momento con él. Lo guardé en un libro de contabilidad que de casualidad andaba por ahí y que sabía no abriria por mucho tiempo.Creo que lamenté mucho no poder usar el billete para comprarme puchos.

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