domingo, 8 de enero de 2012

A kiss is just a kiss

Él era amigo de un amigo de él. Se vieron en un boliche cuyo nombre no es importante ahora. Esa noche había una fiesta de “osos”, una de esas cosas que el mundo-ghetto de los homosexuales tiene. Tenía puesto unos jeans con una cadena que le colgaba y un chaleco, también de jean, sin remera abajo. La remera la llevaba en su hombro, era una remera de Motorhead. Podía ver su pecho sin vello y su estomago chato.
Sonreía mucho, tenía una sonrisa entre picaresca y socarrona. Llevaba unos lentes muy grandes para su cara delgada, y una chiva muy larga, como de demonio. Le sonreía cuando lo miraba y hablaba con él, por intervalos.

-Te embola esta música,¿ no?-le preguntó.

Él, entre cansado y borracho le respondió que sí. Sonreía él también. Le gustaba. El lugar estaba lleno de personajes muy corpulentos y velludos, algunos de los cuales se paseaban con el torso descubierto, exhibiendo su sudor entre el vello del pecho. Él se preguntaba qué hacía ese pibe ahí.
Iba de acá para allá, con su lata de Budweiser. Él lo observaba. Cada vez que volvían a cruzarse intercambiaban algunas palabras. Le contó que le gustaba el metal. Él lo escuchaba y tenía ganas de besarlo, así de una. Le atraía mucho.
Cuando, por fin, hablando una vez más ,él le dijo que iba a ir abajo a ver qué había.

-A mi me gustan los tipos gordos, por eso vine acá- le dijo.

Entonces, al ver que se iba y creyendo que era la oportunidad perfecta, con un poco de ayuda del alcohol y la desinhibición que este le proporcionó le dijo:

-Sos muy bonito, ¿me das un beso?

Él lo miró un momento. Entonces, lo agarro del mentón, y acercó su boca a la suya y comenzó a besarlo. Sus labios eran muy finos, él quería sentirle la boca, completamente. Sus lenguas se tocaban, se mezclaban. En un momento dejó que él hiciera todo el trabajo. Sentía su cuerpo muy cerca del suyo. Puso su mano en su cintura y sintió su piel, acarició su espalda desnuda y después toco su pecho. Tocó sus nalgas por encima del jean. Lo acercó más hacia él. Tocaba bien su piel suave y tibia. Lo quería todo para él, no quería que ese beso terminara nunca.
Cuando por fin terminaron, él le sonrió y le dijo algo al oído que nunca nadie, jamás, le había dicho en su vida hasta el momento.

-Sos muy lindo, lástima que no seas gordo.

Él se quedó sin decirle nada., sobre todo porque él pensaba que su panza estaba mucho más grande que su cabeza ultimamente.
Se relamió el beso que le había dado, le sonrió y se fue.
Bajó las escaleras para ir en busca de sus amigos…

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